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METAGESTIÓN, para hacer realidad tus sueños - Una sencilla historia que nos va descubriendo el nuevo paradigma de la gestión y nos hilvana palabras clave para CAMBIAR

Isabel Miralles González

 

Verlag Editorial Bubok Publishing, 2018

ISBN 9788468524788 , 200 Seiten

Format ePUB

Kopierschutz frei

Geräte

5,99 EUR


 

 

 

CAPITULO 2:
METAGESTIÓN - LA PALABRA

 

 

 

Unos días más tarde volví a entrar al “despacho”. Sí, yo necesito un ambiente laboral para pensar, para crear, para leer, para escribir…

 

Cuando reformamos aquel piso yo estaba trabajando para una empresa, en ella tenía un bonito despacho que realmente utilizaba poco, porque mi trabajo conllevaba viajar mucho y trabajar en casa del cliente. Pero supe que al igual que la cocina, el baño o el dormitorio, yo necesitaba ese espacio en mi casa, en mi “vida”.

 

Recuerdo que yo misma lo diseñé, como suelo “diseñar” los proyectos, poco a poco, sin prisas, paso a paso, generando idea tras idea.

 

Lo primero en lo que pensé fue en una gran estantería, que ocupara toda una pared para poner todos mis libros, mis papeles, mis recuerdos…; buscándola fui a un centro comercial donde además de la estantería encontré un magnífico cuadro en blanco y negro con la imagen de una visión aérea de una metrópoli, me encantó. Yo soy muy de ciudades, y aquella visión desde el aire me atrapó.

 

Al pensar en aquel gran cuadro para la pared contraria a la de la estantería (que era blanca, con alguna balda en negro) me vino la siguiente idea —los colores de la habitación serían el blanco y el negro— El blanco sería el predominante, porque las paredes ya lo eran, y con el negro pintaría algunas zonas haciendo el efecto de los rascacielos del cuadro. Entonces no sabía nada del “ying y el yang”… pero ahora creo que todo encaja.

 

Salíamos del centro comercial cuando la ví, siempre me habían gustado las mesas con un tablero grande y poca estructura, como las de los delineantes; y allí estaba, una preciosa mesa blanca, idéntica a la que andaba buscando.

 

El montaje de aquella estantería por mí misma (bueno con ayuda de algún amante del bricolaje casero) lo recuerdo con satisfacción; a pesar de los típicos problemas de acertar con el lado de las maderas, o de no hacer los agujeros con la balda al revés… todo fue divertido. Este tipo de tareas son las que puedes enfocarlas como “tediosas” y aburridas, o relajantes y satisfactorias, todo depende de tu actitud.

 

De pie en mitad de la habitación, satisfecha de ver toda la estantería erguida, me puse a buscar el lugar exacto para el cuadro. Este también había que montarlo, parecía más fácil de lo que al final resultó ser, pero en un ratito ya estaba colgado, en el centro de la pared.

 

Una vez colgado fui pensando como pintar la parte del “negro” y con regla y lápiz fui haciendo los trazos que marcarían las zonas para rellenar. Siempre me ha gustado pintar las paredes, me viene a la cabeza esa imagen de las películas americanas de “personas felices mientras pintan sus casas”; está claro que nunca sale la parte de cubrir con plástico y papel suelos y puertas para no mancharlas, ni la parte de limpiado…; pero igualmente me genera un sentimiento de “buen rollo”.

 

El montaje de la mesa fue lo más fácil, y quedaba majestuosa en medio de aquella habitación, al contemplarla se fue configurando en mi cabeza la imagen completa de la habitación, identificando los elementos que faltaban, ya tenía la siguiente idea. Sí, ¡necesitaba otra visita al centro comercial!

 

Lo primero era una gran alfombra negra, para colocarla debajo de la mesa. Recuerdo que las había visto en otras ocasiones, pero ese día no la encontraba. Deambulando por aquellos pasillos encontré aquellas cajas en blanco y negro, -¡geniales para algunos huecos de la estantería!-, la placa e imanes (blanco y negro) para colgar papeles en la pared cerca de la puerta, el estor de bandas verticales (blancas y negras) para la gran ventana de la pared que unía la de la estantería y la del cuadro; un papelera y archivadores negros,…. Y por fin, allí estaba, la gran alfombra de pelo de lana largo y negro.

 

Cuando quedó todo colocado en la habitación, la imagen era tal cual me la había imaginado, esa sensación es la que me hace feliz cuando en el trabajo consigo hacer realidad una “idea”, cuando finalizo un proyecto, ¡me encanta!.

 

 

 

Una vez la di por finalizada, fue realmente positivo contar con la participación de otros puntos de vista, porque, como suele pasar, “cuatro ojos ven más que dos”. Así que llevé al resto de la familia a la habitación y les pregunté ¿qué os parece?

 

¿No has pensado nada de iluminación?, no creo que la bombilla en el techo sea lo más apropiado.—¡la visión del práctico!

Mamá, no pensarás poner el sillón que había, no le pega nada, aquí le va un buen sillón de director negro. —¡la visión de la perfeccionista!

¿Dónde piensas poner la impresora, el aparato de la wifi, …? Llenarás la mesa con todo eso. —¡la visión del tecnológico!

 

¡Cuánta razón tenían!, que necesarios son en mi vida, que diferentes todos pero que gran equipo cuando todos aportamos nuestro punto de vista, sumando. Por supuesto a uno no le gustaba los colores elegidos, a otro la mesa le parecía enorme, a otro le gustaba más la mesa en otra posición,…Está claro que el diseño final no era del gusto de todos, pero eso no impedía aportar ideas y respetar el resultado final.

 

Serán todos estos recuerdos lo que hace que me encante sentarme en ese sillón, junto a esa amplia y preciosa mesa que en unos minutos lleno de papeles, libros, post-it, rotuladores… con el portátil, con la doble pantalla, con los auriculares.

 

Me encanta ver la estantería llena de esos libros que leo y releo, donde sé que están las respuestas, pero a las que no puedo acceder hasta que consigo hacerme la pregunta adecuada para saber, cuál de ellos es el que debo tomar, cuál será el que me acompañe como instructor, maestro y compañero esos días, y llevármelo a la mesa.

 

Me encanta ver por la ventana, el cielo, las nubes, los edificios, las personas paseando por las calles. Saber, resguardada tras los cristales, si hace frio o calor, si es de día o de noche, si es día laborable o festivo, tan sólo viendo el comportamiento de los transeúntes.

 

Cuando estoy trabajando para alguna empresa, esta habitación la visito poquito, pero es ese lugar que sé que siempre me esperará, que me conoce, que nunca desechará mis recuerdos, mis fotos, mis ideas.

 

En esas otras etapas vitales en las que sigo sintiéndome profesionalmente activa aunque nadie me pague, cuando no hay una empresa que me ofrezca un “despacho”; esta habitación me abre los brazos, sé que tengo mi “espacio” para seguir planificando, creando, aprendiendo, trabajando.

 

Pues ahora estaba en una de esas etapas, como me gusta decir “profesionalmente activa, aunque laboralmente parada”, por lo que ese despacho volvía a ser frecuentemente visitado por mí. Es importante tener un lugar “al que ir”.

 

Llevaba varios días entrando al despacho, generando de nuevo ese hábito de “ritmo de trabajo”; me sentaba en mi sillón, planificaba mis tareas diarias en la agenda, buscaba información, desarrollaba mis proyectos y miraba la pizarra.

 

Ese día, como te ocurre cuando haces una “sopa de letras” las ví, allí estaban, en la pizarra. Esas 2 palabras que se repetían en todas mis etapas profesionales, que se visualizaban en mis etapas personales, resaltaban entre las demás, ellas eran META y GESTIÓN.

 

 

 

META: Como sinónimo de sueños, de objetivos, de foco, de reto, que se mide, que se visualiza, que te imprime la ilusión de seguir, de avanzar, que te acerca al éxito y te hace aprender del fracaso.

 

GESTIÓN: Como sinónimo de procesos, de planificación, de acción, de equipo; que te incita a crear, a hacer seguimiento, a analizar, a aprender, a mejorar de manera continua.

 

¡Mi vocación es la “METAGESTIÓN”!, eso es lo que me gusta hacer, lo que he hecho y para lo que me he preparado toda mi vida y, además es para lo que tengo talento.

 

Sí, dicen que el talento es eso que haces mejor que nadie, aquello que cuando lo desarrollas generas tu mayor potencial, porque activa tu pasión. Talento es a lo que yo llamo tu “súper-poder”.

 

Ya lo tenía, que felicidad sentía al decir en voz alta, —¡soy metagestora!

 

¿Cuál es tu profesión?: metagestora

¿En qué trabajas?: directora de metagestión

¿Qué vas a estudiar?: Master en Metagestión

¿Qué premio te van a dar?: Mejor Metagestora del año.

 

Con esa facilidad que tiene mi mente para “viajar a mundos imaginarios”, me pasé unos minutos disfrutando, contestando a esas...