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Crónica mexicana

Fernando Alvarado Tezozomoc

 

Verlag Linkgua, 2010

ISBN 9788498971743 , 418 Seiten

Format ePUB

Kopierschutz DRM

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3,99 EUR


 

Crónica mexicana


Capítulo 1. Aquí comienza la Crónica mexicana. Trata de la descendencia y linaje, venida a esta Nueva España los indios mexicanos que habitan en este Nuevo Mundo, el tiempo que llegaron en la ciudad de México Tenochtitlan, asiento y conquista que en ella hicieron y hoy habitan, residen en ella, llamado Tenochtitlan


La venida que hicieron y tiempos y años que estuvieron en llegar a este Nuevo Mundo, adelante se dirá. Y así, ellos propios persuadiendo a los naturales, por la estrechura en que estaban, determinó y les habló su dios en quien ellos adoraban, Huitzilopochtli, Quetzalcoatl, Tlalocateutl y otros, como se irá tratando. La venida de estos mexicanos muy antiguos, la parte que ellos vinieron, tierra y casa antigua llaman hoy día Chicomoztoc, que dice Casa de siete cuevas cavernosas; segundo nombre llaman Aztlan, que es decir Asiento de la garza. Tenían las lagunas de su tierra, Aztlan, un cu y en ella el templo de Huitzilopochtli, ídolo dios de ellos, y su mano una flor blanca con la propia rama del grandor de una rosa de Castilla, de largor de más de una vara en largo, que llaman ellos aztaxochitl, de suave olor. Antiguamente ellos se jactaban llamarse aztlantlaca; otros les llamaron aztecas mexitin, que este nombre de mexitin es decir mexicano, como más claro decir al lagar manantial de la uva, así mexi, como si del magué saliera manantial, y por eso son ellos agora llamados mexicanos, como antiguamente se nombraban mexica, chichimeca (mexicano, serranos, montañeses), y agora por el apellido de esta tierra y ciudad de México Tenochtitlan. El tiempo que en ella llegaron, viniendo huyendo desbaratados de los naturales indios de Culhuacan, su vecino, que agora es a 2 leguas de su ciudad, persuadidos del demonio Huitzilopochtli, llegaron a la dicha ciudad, que es agora México Tenochtitlan, porque el día que llegaron en esta laguna mexicana en medio della estaba y tenía un sitio de tierra y en él una peña y encima de ella un gran tunal; y en la hora que llegaron con sus balsas de caño y carrizo hallaron en el sitio la dicha piedra y tunal y al pie dél un hormiguero, y estima encima del tunal una águila comiendo y despedazando una culebra; y así tomaron el apellido y armas y divisa, el tunal y águila, que es tenochca o tenochtitlan, que hoy se nombra así. Y al tiempo que llegaron a esta ciudad habían andado y caminado muchas tierras, montes, lagunas, ríos, primeramente las más de las tierras y montes que hoy habitan en Chichimecas, que es por Santa Bárbara, Minas de San Andrés Chalchihuites y Guadalajara, Xuchipila, hasta Michoacan, y otras muchas provincias y pueblos. Y en las partes que llegaban, si les parecía tierra fértil, abundosa de montes y aguas, hacían asiento cuarenta años y en partes treinta, otras veinte y diez, y en otras tres y dos y un año, hasta en tanta disminución que de veinte días, y luego alzaban el sarzo por mandato de su dios Huitzilopochtli, les hablaba y ellos respondían y luego a su mandato, les decía: «Adelante, mexicanos, que ya vamos llegando al lugar», diciendo: «Ca ça achitonca tonnenemican mexia». Y trayendo ellos siempre su matalotaje, las mujeres cargadas con ello y los niños y viejos, y los mancebos cazando venados, liebres, conejos, ratones y culebras venían dando de comer a los padres, mujeres, hijos. Su comida que traían era maíz y frisol, calabazas, chile, xitomate y miltomate, que iban sembrando y cogiendo en los tiempos y partes que descansaban y hacían asiento, como dicho es. Y como liviano que era el chian y huauhtli, lo traían cargado los muchachos. Pero, sobre todo, en las partes que llegaban, lo primero hacían hacer el cu o templo de su ídolo, dios de ellos, Huitzilopochtli, y como venían cantidad dellos, eran de siete barrios, cada uno de su barrio traía el nombre de su dios, como era Quetzalcoatl, Xocomo y Matla, Xochiquetzal y Chichitic, Centutl y Piltzinteuctli, Meteutl y Tezcatlypuca, Mictlanteuctli y Tlamacazqui y otros dioses, que aunque cada barrio de los siete traía señaldo su dios, traían asimismo otros dioses con ellos, y los que más hablan con los indios eran Huitzilopochtli y Tlacolteutl y Mictlanteuctli. El uno de los barrios se llamaba Yopica y Tlacochcalca y el tercero barrio Huitznahuac y Cihuatecpaneca y Chalmeca y Tlacatecpaneca, y el seteno barrio se llaman Izquiteca. Y en las partes que llegaban que era tierra inútil, dejaban con ojos liebres vivas y se multiplicaban, y en partes que les apellidaban sus dioses a caminar, dejaban en mazorca el maíz, en partes en flor y en partes la llevaban recién cogida la sementera. De manera que venían caminando y haciendo labores y casas y torres de sus ídolos, hasta que llegaron a Culiacan y Jalisco y otras muchas partes y lugares, que les iban poniendo nombres, hasta llegar a Michoacan y hacer asiento en él, dejando y sembrando siempre de su descendencia y generación. Y llegaron a Malinalco y, llegados primero a Michoacan hombres y mujeres comenzaron a retozar en el agua de gran contento, adonde es agora Pascuaro, y los otros mexicanos, sus consortes, viendo cantidad dellos se quedaban, les tomaron forciblemente sus mantas y atapador de sus vergüenzas (maxtli) y a las mujeres sus huipiles y naguas, de manera que los varones quedaron sin ataparse sus vergüenzas y las mujeres, con la prisa, hicieron manera de capizayo o capote vizcaíno, llaman ellos cicuilli, que hoy día las traen puestas por la calor que allí hace. Los varones usaron el traje manera de huipil, con su hombro labrado. Y la hermana mayor que allí quedó con ellos, llamada Malinalxoch, que se intitulaba ser asimismo hermana del dios Huitzilopochtli, venía con ellos, después de haber consolado a los que quedaron en la parte de Michoacan. Y trayéndola los padres antiguos dellos, los más ancianos, que la traían en guarda, dejándola dormida un monte, la dejaron por de mala disistión, con muchos resabios, usando con ellos de sus artes, que mataba a muchos de ellos, que mirando a una persona, otro día moría, le comía vivo el corazón y sin sentir comía a uno la pantorrilla estándolo mirando, que es lo que llaman entre ellos agora teyolocuani, tecotzana, teixcuepani, que mirando alguno y el que miraba si a un monte o río le trastornaba la vista, que le hacía tender ver algún gran animal o árboles y otras visiones de espanto; y durmiendo una persona lo traía de su dormitorio cargada a cuestas y hacía venir una víbora u otra sierpe, se la echaba alguno, por lo consiguiente un alacrán, que todas animales ponzoñosas llamaba con ellas hacer muchos males y daños causar muchas muertes, cientopiés, arañas ponzoñosas; y usar del arte de bruja, que se trasformaba del ave o animal que ella quería. Y por esta causa el dios Huitzilopochtli permitió no traerla en compañía de los mexicanos, que la dejaron adormida en un camino, siendo como era y se jactaba de ser su hermana, la Malinalxoch, dejándola el dios y los viejos adormida. Y a esto dijo Tlamacazqui Huitzilopochtli, dijo a los viejos la solían traer cargada, que se llamaban Cuauhtlonquetzque y Axoloa el segundo y el tercero llamado Tlamacazqui Cuauhcoatl y el cuarto, Ococaltzin, díjoles: «No es a mi cargo ni voluntad que tales oficios y cargos tenía mi hermana Malinalxoch desde la salida hasta aquí, y cómo asimismo también fue yo mandao de esta venida, que mi principal venida es guerra y armas, arco y flechas, rodelas se me dio por cargo traer, y mi oficio es guerra, y yo asimismo con mi pecho, cabeza, brazos todas partes tengo de ver y ser mi oficio. En muchos pueblos y gentes que hoy hay tengo de estar por delante y fronteras y aguardar gentes de diversas naciones, y y de sustentar y dar de comer y beber, y allí les tengo de aguardar y juntallos de todas suertes de naciones; y esto no graciosamente. Primero y de conquistar en guerras para tener y nombrar mi casa de preciada esmeralda, de oro, y adornada de plumería, pura casa de esmeralda preciada, transparente como un cristal, de diversas colores de preciada plumería, y en ella y de tener aves de diversas colores de preciada plumería, a la vista muy suaves y estimadas, y asimismo tener y poseer géneros de preciadas mazorcas y cacao de muchas colores; asimismo tener todas suertes de colores de algodón e hilados. Todo lo tengo de ver y tener, pues me es mandado y mi oficio, y a eso vine. Ea, pues, padres míos, recogé cantidad de matalotaje para este viaje, que allí es donde llevamos nuestra determinación y asiento». Y así, con esto, comenzaron de caminar y llegaron la parte que llaman Ocopipilla, y en este lugar no permanecieron mucho tiempo. Y vinieron en el lugar que llaman Acahualzingo, y allí asiestieron mucho tiempo y allí estuvieron hasta el postrer año llaman bisiesto, acabamiento de una vida o término de tiempo justificado, que llaman in xiuhmolpilli, en nueve términos de signo o planeta de años (chicnahui acatl), el término de años de estos antiguos mexicanos. Y, salidos de Ocopipilla y Acahualzinco, partieron de allí y vinieron a la parte que llaman Coatepec, términos de Tonalan (Lugar del Sol).

Capítulo 2. Trata de lo que hizo, dijo la hermana de Huitzilopochtli, Malinalxoch, cuando recordó otro día, que la dejaron dormida y engañada


Recordada la Malinalxoch, comenzó a llorar y plañir reciamente y dijo a sus padres que allí quedaron con ella, diciendo: «Padres míos, ¿a dónde iremos, pues que con engaño manifiesto me dejó mi hermano Huitzilopochtli? ¿Por dónde se fue, que no veo rastro de su ida, y aquellos malvados con él? Sepamos en qué tierra fueron a parar, a dónde hicieron asiento, porque no siento en qué tierra, que toda está ya ocupada y barazada y poblada de gentes extrañas». Y así, vieron el cerro de la gran peña llamada Texcaltepetl y allí fueron a hacer asiento y lugar, y llegáronse a los...