dummies
 

Suchen und Finden

Titel

Autor/Verlag

Inhaltsverzeichnis

Nur ebooks mit Firmenlizenz anzeigen:

 

La Magia Wicca. Historia, ritos, ceremonias

La Magia Wicca. Historia, ritos, ceremonias

Cristopher Wallace

 

Verlag De Vecchi Ediciones, 2020

ISBN 9781646998760 , 192 Seiten

Format ePUB

Kopierschutz DRM

Geräte

8,49 EUR


 

LAS RAÍCES DEL PENSAMIENTO RELIGIOSO EN EL MUNDO ANTIGUO


A continuación, intentaremos recorrer las principales etapas del largo viaje de un saber antiguo que ha traído hasta nosotros, desde un pasado remoto, el fascinante y en parte misterioso mundo de las ideas de la Wicca.

El panteísmo

La idea que reside en la base de casi todas las religiones paganas es el panteísmo. El principio fundamental de esta forma de pensamiento es el carácter sagrado de la Tierra y, por tanto, también de los seres humanos, que forman parte de la materia universal y participan directamente en la divinidad.

El universo entero, del que también formamos parte, obedece a unas leyes cósmicas de creación y destrucción. Para el panteísta no existe otro mundo, como tampoco existen el infierno ni el paraíso.

El ser humano, por tanto, debería entrar en comunicación con la energía cósmica sin la arrogancia ni la presunción de definirse como superior, sin querer usurpar, destruir o apropiarse de lo que le sirve para vivir.

La naturaleza es el templo en el que se practica la fe pagana, y al mismo tiempo es la esencia sagrada de la que participan los humanos, de la que proceden y a la que regresan.

Todos los dioses son símbolos de la naturaleza desde diversos aspectos, y sólo se separan de la realidad por obra de nuestra imaginación.

Quien practica la religión panteísta establece una conexión directa con la divinidad, sin necesidad de intermediarios; vive en el respeto por la naturaleza y comprende que existe un estrecho vínculo entre seres humanos, animales, plantas y seres inanimados.

El ciclo de la vida humana es tan sólo una parte del gran ciclo natural, y la muerte está considerada simplemente una fase de la existencia, un aspecto de la materia que continuamente se renueva en su incesante alternancia de creación y destrucción.

La ética panteísta está muy estructurada, aun en su simplicidad de fondo. A diferencia de otras religiones, para las que existe un infierno en el que los pecadores son castigados y un paraíso en el que se recompensan las buenas acciones, en la concepción panteísta el «bien» en la vida de la persona se caracteriza por estar siempre en sintonía con el cosmos, con la naturaleza y con los demás seres humanos. El bien se conquista a través del comportamiento correcto, el conocimiento y la devoción en los encuentros con los dioses.

Este tipo de concepción religiosa presenta muchos aspectos trascendentales: para un panteísta es posible una unión mística con la realidad a través de experiencias de tipo sensorial directas, como la contemplación de un cielo estrellado, caminar por un bosque, la percepción del viento y la lluvia en la piel, o la observación atenta de un cristal o de una hoja. Las «celebraciones» son momentos de fusión de la persona con las fuerzas naturales: se basan en las fases lunares y el ciclo anual de los solsticios y los equinoccios. El concepto fundamental es, sin embargo, el de considerar a la persona como parte del todo; así pues, todas sus acciones tienen una repercusión inmediata en el universo, que para los panteístas es sagrado y debe ser respetado y mantenido como un templo. Todavía hoy, quien se siente cercano a este modo de comportarse con todo lo que le rodea es empujado a ocuparse activamente de la protección del medio ambiente.

El paganismo

El paganismo es la concepción de vida del mundo pagano, pero para comprender mejor este concepto es conveniente remitirse a la definición ofrecida por Salvatore Battaglia, que define pagano de la siguiente forma:

Que no profesa la religión cristiana, que sigue doctrinas religiosas o cultos ajenos al cristianismo (con particular referencia a quien, en el mundo griego y romano, profesaba el politeísmo tradicional). […] En sentido genérico: infiel, idólatra, gentil. […] Politeísta, con particular referencia a la religión del mundo griego y latino, anterior al nacimiento de Cristo y a la difusión del cristianismo […], con particular referencia a quien se inspira en el modelo cultural y existencial del paganismo griego y romano, exaltando y retomando sus características esenciales de vitalismo optimista, jocundidad natural, feliz hedonismo, instinto libre, unidas en general a una visión inmanente de lo divino. […] Caracterizado por la ausencia de apremiantes y austeros escrúpulos de carácter religioso, por una libre, alegre y optimista expansión de las tendencias naturales, y por una despreocupada tendencia a lo instintivo […]; que tiende a una interpretación animista y mágica de la realidad, la naturaleza y las relaciones que con esta mantiene un ser humano, una persona, un pueblo; […] que está impregnado y siente antiguas formas de superstición, una religiosidad natural y primordial. […][1]

A partir de esta definición podemos comprender que el término pagano haya alcanzado con el tiempo una connotación con tendencia negativa. No obstante, es un hecho que en el campo y en los lugares menos accesibles, como por ejemplo los valles alpinos, el cristianismo penetró muy tarde y con extrema dificultad, dejando espacio a las anteriores culturas. También hoy encontramos muchísimos restos paganos en el folclore: el árbol de Navidad, por ejemplo, sigue siendo expresamente el culto a la fertilidad.

Como todas las religiones que han sustituido a las anteriores, también el naciente cristianismo destruyó estatuas, templos y lugares de culto de sus antecesoras, para erigir en el mismo lugar sus propios símbolos, formalizando así la victoria sobre los antiguos dioses y —por utilizar un término propio de la antropología— resemantizando todos los lugares ya considerados sacros.

De hecho, a menudo se edificaron iglesias y santuarios cristianos en emplazamientos de altares o templos destinados al culto pagano.

En el lenguaje corriente, el término pagano es utilizado para identificar cualquier religión no cristiana; esto, naturalmente, sin tener en cuenta que las múltiples religiones de la Antigüedad tuvieron un aparato de culto bien articulado, con castas sacerdotales precisas y jerarquizadas, rituales y «misterios».

Este amplio patrimonio ha sobrevivido de algún modo a lo largo de los siglos, ya sea por transmisión oral, ya sea mediante textos escritos. Más adelante tendremos ocasión de analizar las huellas que permanecen en el actual folclore.

Los egipcios

El universo religioso egipcio era muy complicado y estaba estructurado en un panteón constituido por innumerables seres divinos, que desempeñaban funciones fundamentales para la vida del ser humano común.

Todo contenía un carácter sagrado: todo ser vivo podía ser relacionado con lo divino y, como tal, convertirse en objeto de culto. El mundo de las divinidades egipcias, a pesar de ser tan complejo, era regulado por una unidad armónica que lo hacía natural y paralelo al del faraón, el sacerdote o el hombre común. De este modo, las divinidades veneradas en todo el país convivían con otras locales y menores, además de unas terceras, que desempeñaban un papel específico.

La cultura religiosa egipcia estuvo marcada por dos fases importantes, diferentes y sucesivas una a la otra. La primera guardaba relación con el mundo de los nómadas y cazadores, al que se remontan las numerosas divinidades vinculadas a los animales, tanto domésticos como salvajes. La segunda, más amplia, caracterizó el periodo en el que se fue imponiendo progresivamente la civilización agrícola: en esta fase se veneraron divinidades consideradas expresión de los elementos naturales, de la Tierra, del Cielo, de la Luna, etc.

Nut, divinidad egipcia del cielo, y su marido Geb, divinidad de la tierra

Un aspecto importante de la religión del antiguo Egipto lo constituyen las importantes afirmaciones de la zoolatría: el culto a los animales, considerados sagrados y, por tanto, divinizados. La religión egipcia se basó sobre todo en una constante y continua conciencia de que cualquier expresión de la naturaleza era, en cierto modo, una expresión divina y, como tal, merecía ser objeto de veneración y ser considerada una presencia importante en la vida de todo ser humano.

Veamos a continuación las principales divinidades egipcias.

Amón

Era la suprema divinidad egipcia. Asimilado a Ra, dios del Sol que nace, era representado con forma humana, con plumas sobre la cabeza.

Anquet

Era originariamente la diosa del agua, y parece que fue adorada primero en Sudán. Aparecía representada como una mujer que llevaba una corona de plumas en la cabeza.

Anubis

Era un dios con cuerpo humano y cabeza de chacal, patrón del embalsamamiento y señor de las necrópolis.

Presidía el tribunal de ultratumba, para el que utilizaba la balanza y, según la mitología, fue el momificador de Osiris.

Atón

Era el dios de la luz y del calor, una de las mayores divinidades egipcias. Aparecía representado como un disco solar.

Bast o Bastet

Normalmente aparecía representada a modo de mujer con cabeza de gato, aunque en algunas representaciones muestra una cabeza de leona y posee la piel de color verde. Sostenía un sistro en la mano. Era la diosa del fuego, de los gatos y de las mujeres embarazadas. Su centro de culto era Bubastis, en el delta oriental.

Geb

Este dios de la Tierra, hermano y esposo de Nut, aparece siempre...